57. Un extraño compromiso
La sentencia es un dolor irreal en el pecho de Gladys. Sucede tan rápido los acontecimientos que apenas puede moverse de dónde está, con la mano de Fabiola entrelazada a la suya.
—Proceda a la liberación del acusado —dictamina el juez.
Gladys se queda totalmente tensa. En sus ojos no se lee algo más salvo “¿Qué está pasando? ¿Mi vida no vale?”
—Su señoría —Germán da la cara a los segundos. Tan impresionado como los demás—. Esto inválida mucho el caso de mi clienta.
—No desestimo su caso. Sino la culpabilidad del señor Villarreal.
—¡No! —exclama Germán como si no lo creyera. Y más cuando Juan Pablo se pone de pie, sin una pizca de emoción, como si realmente lo hubiesen declarado culpable en vez de inocente—. ¡Es el culpable! ¡Es él, Su Señoría!
—Si usted cree que hay otro individuo involucrado necesita más pruebas, fiscal Navarrete —el juez se pone de pie—. Además, en mi poder está los estudios neurológicos que dictan a la señorita Bustamante con un brote psicótico a raíz de su tr