56. Separados
—Creí que algo te había ocurrido, Gladys. ¡Por Dios! ¡No vuelvas a hacernos esto! —Tatiana recoge a Gladys en una cafetería a donde Gladys corrió con fuerzas lo más que pudo lejos de Empresas De Villarreal. Haber oído a Esmeralda con esa confesión le hizo más daño de lo que pudo haber creído. La encuentra sentada en una de las sillas, con una expresión nostálgica que Tatiana responde con preocupación—. ¿Qué sucedió?
—Nada. No sucedió nada, Tatiana —Gladys experimenta ese ardor que tanto odia en la garganta—. Salvo que no tengo oportunidad de acabar con Esmeralda.
—¿Esmeralda? ¿La esposa de Juan Pablo? —esa sentencia envía escalofríos a Gladys quien asiente. Tatiana continúa—. ¿Por qué mencionas el nombre de esa mujer?
—Dios, Tatiana. Dime algo —Gladys la observa con pesar—. ¿Crees que después de todo lo que he pasado creerías que miento?
—Estoy aquí para ayudarte. Lo que te sucedió debe ser pagado con justicia-
—No sé, porque creo que esa misma justicia me puso hoy aquí —y Gladys