50. Un segundo corazón
Juan Pablo relaja sus facciones tensas. A más de pensar que sus sospechas son solo eso, conjeturas, sólo se permite esperar que la sorpresa de Ismael desaparezca de su rostro y dejar que sea el quien los presente.
—Juan Pablo —Ismael carraspea, acercándose a su hermano. Le palmea el hombro—. Ya conoces a Marcos. Claro que lo conoces, lo debes recordar. ¿No es así? Claro que sí. El gran Marcos Rivera.
—Me da gusto volver a verte, Juan Pablo —Marcos finalmente habla. Es un hombre calvo y moreno. Más bajo que él. Lo hubiese olvidado rápido sino fuese por su tan directo trabajo de hundir a Gladys y volverse el abogado de defensa de Esmeralda años atrás. Le estira la mano—. Ha pasado tiempo.
Juan Pablo estrecha su saludo.
—Sí, mucho tiempo. Es algo extraño verte aquí, justo aquí, justo hoy —Juan Pablo observa a Ismael—. Así de tan de repente.
—Ah —se ríe Ismael—. Marcos llegó en el momento perfecto. Quiere invertir. Y aunque no le comenté nada sabe lo que te sucede, y claro, quien lo hizo.