108. En la recta final

—Puedo sacarte de aquí, arrastrándote, peor de lo que hubieses imaginado. Y todavía me pregunto qué haces aquí, en mi casa, si no es para que te destruya. Así que debo decirte que eres una estúpida —Esmeralda se vuelve a sentar, y se cruza de brazos y de piernas—. Aparte que de esposa pasaste a ser amante.

—En tal caso la amante siempre fuiste tú, pero eso es irrelevante ahora. Sólo quiero hablar contigo. ¿Qué hay de malo hablar contigo? —Gladys se encoge de hombros, caminando por el salón—. Te veo muy sola. ¿Qué sucede? ¿Dónde está tu familia? ¿Tus amigos? ¿Por qué estás tan sola? —se vuelve a ella—. Ah, recuerdo que jamás tuviste una familia.

Esmeralda sonríe.

—La tuve.

—La arruinaste —Gladys deja la copa en una mesa alta, mirándose al espejo frente a ella—. Porque si tuviste alguna familia y a alguien llamaste madre, esa era Carolina Bustamante. ¿Y qué hiciste?

Esmeralda inclina el rostro, con los ojos entrecerrados hacia Gladys. Se duda de lo que siente, pero vuelve a lo mismo: al
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