Capítulo 9: Verdades a puñales.
Camila estaba en su apartamento, arreglándose el cabello frente al espejo del vestidor, cuando la puerta principal se abrió de golpe. Alexander no tocó. No anunció su llegada. Entró como un huracán, con los ojos ardiendo y la mandíbula tensa.
— ¡Alexander! — exclamó ella, sorprendida —. ¿Qué haces aquí? Iba a llamarte…
— No digas una palabra — interrumpió él, cerrando la puerta con violencia —. No intentes mentirme otra vez.
Camila palideció. Su corazón empezó a latir con fuerza. Lo primero que pasó por su cabeza es que se enteró del accidente.
— ¿Qué... qué quieres decir?
Alexander avanzó hasta ella, sacando unos papeles del bolsillo de su chaqueta. Los lanzó sobre la cómoda, frente a sus ojos.
— Los informes médicos. Falsos. Las citas con ginecólogos inventadas. Todo. — Su voz era un látigo —. No estuviste embarazada, Camila. Nunca lo estuviste.
Camila retrocedió un paso, tropezando con el borde del vestidor. Su voz tembló.
— Yo… yo…
— No intentes mentirme —graznó de forma imponente