Capítulo 10: Visitas molestosas.
Los días pasaron y Elena comenzó su rehabilitación. Las sesiones eran dolorosas, pero no se quejaba. Caminaba con muletas, se esforzaba por recuperar fuerza en su brazo, y en su mirada había una determinación nueva.
Su jefa pasaba a verla cada día. Julián y su novio la acompañaban a veces a las terapias. Y aunque el dolor físico persistía, Elena se veía más luminosa que nunca. Como si, al romperse, hubiera florecido desde las grietas.
Alexander la observaba desde lejos. No se atrevía a entrar de inmediato. Ese día en particular, dejó una flor amarilla con la recepsionista, aclarando que ese detalle era netamente para la señorita Valdivia y que tenía prohibido decir que era de su parte.
La mujer, con e rostro colorado, asintió. Pues tener al mismísimo Alexander Dereveux era un sueño.
Cuando Elena llegó y se encontró con las flores, sonrió. Se acercó a ella y sacó el celular.
— ¿Te he dicho que eres el mejor amigo de este inmenso planeta? — cuestionó con una sonrisa.
— No, pero me alegr