Capítulo 75: Inocente Camila.
El sonido del reloj en la sala de espera era insoportable.
Cada tic parecía una sentencia.
El padre de Alexander caminaba de un extremo al otro, con las manos crispadas, la mirada perdida en la puerta del quirófano. Su esposa, con los ojos hinchados, sostenía un rosario con dedos temblorosos. En la otra esquina, Sofía hablaba por teléfono sin descanso, coordinando personal, asegurando accesos, dando órdenes con una voz que apenas lograba mantenerse firme.
—Necesito seguridad en cada piso —dijo sofocada—. Nadie entra ni sale sin mi autorización. Nadie.
Héctor colgó otra llamada, girándose hacia ella.
—Los hombres ya están desplegados. Hay guardias en el pasillo de Elena y en la entrada principal. Si alguien intenta acercarse, lo sabremos.
Sofía asintió, aunque su semblante seguía tenso.
—No puedo creer que todo esto haya pasado en cuestión de horas… primero Elena, ahora él… —Su voz se quebró apenas—. No sé qué clase de infierno es este.
Héctor la miró, la mandíbula tensa.
—Uno hecho a