Capítulo 44: No la dejes sola.
Ella cerró los ojos, pero el golpe nunca llegó.
Una fuerza brutal lo detuvo a mitad de camino. El impacto fue tal que el viejo cayó contra el suelo de espaldas, soltando un gruñido de sorpresa y furia. Cuando Elena abrió los ojos, vio la silueta que se interponía entre ellos.
Alexander.
De pie, imponente, con los ojos encendidos de furia y la respiración contenida.
— Tóquela una sola vez, y no respondo — dijo con voz grave, cada palabra como un cuchillo helado.
El padre se incorporó trabajosamente, el rostro enrojecido, los ojos brillando de odio.
— ¿Desde cuándo la defiendes tú? — escupió, señalándolo con un dedo tembloroso —. ¡Tú la odiaste más que nadie! ¡Tú la culpaste por separarte de Camila, por arruinar tu vida!
Alexander no respondió de inmediato. Se limitó a cruzar los brazos, bloqueando el paso hacia Elena.
— No soy tu perro para que me manipules — dijo al fin, con calma letal —. Y si alguna vez la culpé… créeme, ya pagué por eso.
El viejo rió con amargura, sacudiendo la cab