Capítulo 45: Atente a las consecuencias.
El silencio del despacho todavía pesaba en los hombros de Elena, aunque su padre ya no estuviera allí. El recuerdo de su mano alzada, de esa rabia en los ojos que nunca había visto tan de cerca, no la dejaba en paz. Había enfrentado a muchos enemigos, soportado humillaciones, gritos, pero aquello… aquello había sido distinto. No era un ataque empresarial ni una jugada sucia de poder. Era el odio puro de un padre hacia su hija.
Caminó lentamente hacia el ventanal de su oficina, observando la ciudad extendida como un enjambre inquieto. El reflejo en el vidrio le devolvió la imagen de una mujer fuerte, impecable, con el rostro apenas alterado por la emoción contenida. Pero por dentro ardía.
— ¿Qué te hice…? — murmuró, casi inaudible, mientras apoyaba la frente contra el vidrio frío.
La escena se repetía una y otra vez; su padre abalanzándose hacia ella, la furia en sus ojos, la promesa muda de hacerle daño… y Alexander irrumpiendo, sujetándolo, impidiéndolo, arrojándolo a un lado como si