Elena una vez más se encontraba frente al espejo de su departamento, ajustando con precisión el dobladillo de su vestido azul oscuro. Todo estaba calculado; cabello recogido, maquillaje discreto que resaltaba sus ojos, zapatos que combinaban con la correa de su bolso. Nada parecía dejarse al azar. Julian había insistido en otra cita, y aunque su primera experiencia había sido un desastre, Elena había decidido aceptar.

— No habrá segundas fallas, Julián —se dijo en voz baja, observando su reflejo. Esta vez sería diferente. Tenía que serlo. Su vida no podía dejarse interrumpir por imprevistos, y mucho menos por él.

El hombre que la esperaba en el restaurante parecía prometedor desde el primer saludo. Alto, con una sonrisa nerviosa, ajustando sus gafas de manera compulsiva, parecía encantador.

Ella había dejado claro que no toleraría otra falla como la anterior. Julián había prometido que esta vez todo sería distinto. Y por unos minutos, parecía que cumplía; la recibió con una sonrisa ra