Capítulo 37: Podía no amarlo.
Alexander irrumpió en la sala como un huracán contenido. Vestía un traje impecable, y su rostro estaba tan sereno que era aterrador. Elena supo de inmediato que algo no estaba bien.
— Necesito hablar contigo. A solas — ordenó, ignorando la mirada incómoda de su amigo.
El empresario tenía la intención de contarle todo; sin embargo, cuando recibió un mensaje de su amigo, los planes cambiaron. No quería que terminara ese contrato. No deseaba que terminara ese proyecto. Necesitaba trabajar en otro nuevo antes de que eso pase. No permitiría que renunciara a su sueños.
— Señor Dereveux, no es el momento — intentó ella, retrocediendo un paso —. Ya he terminado como lo solicitó.
— ¿Prefieres que hablemos aquí? ¿Frente a él? — cuestionó —. Sabes perfectamente que no tengo problemas con hacerlo.
Héctor carraspeó, entendiendo el mensaje.
— A mí no me metan. Me retiro — respondió, con una sonrisa ladeada.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó Elena, cruzándose de brazos —. Ya he entregado todo lo que me