Mila subió las escaleras con el corazón golpeando con fuerza en su pecho.
Había escuchado las palabras de su padre, pero no podía procesarlas aún.
«¿Casarme con Aldo?», se repetía en su mente, mientras sus pasos apresurados no lograban calmar el torbellino dentro de ella.
¿Era esto lo que realmente quería?
—Padre yo… ¡No me casaré con Aldo!
Mila subió rápido las escaleras dejándolos desconcertados.
Cuando llegó a su habitación, cerró la puerta con un fuerte golpe, como si quisiera dejar fuera todo el peso de la realidad que la estaba aplastando.
Pero antes de que pudiera hundirse en sus pensamientos, una figura familiar apareció frente a ella.
—¡Mia! —gritó, sin poder evitar el alivio que sentía al ver a su hermana.
Mia corrió a abrazarla, apretándola con fuerza. El contacto con ella era lo único que le daba algo de paz en medio de tanta tormenta.
—¿Cuándo volviste? —preguntó Mila, notando la preocupación en los ojos de Mia.
Mia la miró con un rastro de angustia en el rostro.
Había alg