Arly sanaba las heridas de su prometido Francisco con manos temblorosas, cada movimiento reflejaba la ansiedad.
—Francisco, pero… ¿Por qué Aldo te golpeó? —preguntó Arly, con la voz quebrada por la confusión y el miedo.
Los recuerdos de la pelea todavía eran frescos, su mente aún no podía procesar lo que había sucedido. Aldo había reaccionado con una furia descontrolada.
—¡Ya te dije! —exclamó Francisco, frotándose la mejilla dolorida—. Fue culpa de Mila. Ella está tan celosa, que no puede soportar vernos juntos. Fue ella quien lo incitó a Aldo, lo hizo pegarme.
Arly frunció el ceño, sin comprender del todo.
—Pensé que ella ahora tenía a Aldo y que, finalmente, iba a dejarnos en paz. Dicen que van a casarse y todo… —su voz se quebró al pronunciar esas últimas palabras, las palabras que siguieron de Francisco le dieron una punzada de inseguridad, le atravesó el corazón.
—¡Ellos no van a casarse! —replicó Francisco, visiblemente irritado.
Pero Arly, al escuchar esas palabras, no pudo evi