EMPRESA COLEMAN
El ambiente en la empresa era caótico.
El sonido de teclados y teléfonos repicando llenaba el aire como un eco desesperado de la crisis inminente.
Cuando Paz llegó, encontró a Randall de pie junto a una de las enormes ventanas de su oficina, con la mandíbula tensa y los ojos encendidos de furia e impotencia.
Giró bruscamente al verla entrar.
—¿Qué demonios está pasando, Randall?
Él pasó una mano por su cabello, visiblemente frustrado.
—Nos han hackeado, Paz. ¡Alguien robó nuestros drones!
Paz sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
—¿Cómo pudieron hacerlo? ¡Yo misma diseñé la seguridad del sistema!
Randall apretó los labios.
—No lograron traspasar la última barrera de seguridad que creaste, pero lo intentaron. No pudieron robar la información del Proyecto Zero.
Paz dejó escapar un suspiro, pero la angustia en el rostro de Randall le impidió relajarse.
—¿Qué más hay, Randall? —preguntó con cautela.
Él se giró hacia su escritorio y golpeó con el puño sobre la madera,