Lucía dormía profundamente, envuelta en la calidez de su hogar, en la habitación que había vuelto a llenar de vida con su presencia. Afuera, el bosque descansaba bajo el manto plateado de la luna, y la nieve que caía lentamente amortiguaba cada sonido, como si el mundo entero contuviera la respiración para no despertarla.
El fuego del hogar chispeaba suavemente, proyectando sombras doradas en las paredes de piedra. En medio de aquella quietud, la puerta principal se abrió con un leve crujido, y un hombre de figura imponente cruzó el umbral con pasos silenciosos. Su mirada recorrió el lugar con una mezcla de alivio y respeto. Finalmente, sus ojos se posaron sobre la puerta entreabierta del dormitorio.
Jacob había llegado.
Horas atrás, había hablado con el Alfa Karl. La conversación había sido tensa, pero inevitable. Ambos sabían que el destino de Lucía y del joven Alfa de Fuego Eterno estaba sellado. Karl, aunque reacio, comprendió que pelear contra el vínculo sería solo prolongar el s