El sol descendía tras las montañas del Norte cuando las bocinas de bienvenida resonaron por todo el valle. La gente salió de sus casas y edificios, algunos grabando con sus teléfonos, otros simplemente observando en silencio cómo los vehículos de Fuego Eterno cruzaban el arco principal del territorio. Al frente, una motocicleta negra se detuvo bruscamente. Jacob Black se bajó de ella, la chaqueta roja ondeando con el viento helado. A su lado, Ronan y un grupo de diez guerreros de élite descendieron de sus todoterrenos, sus armas al hombro y el orgullo grabado en el rostro. No venían como invasores. Venían como familia.
Lucía los esperaba frente al edificio central, donde las banderas del Norte ondeaban con la luz del atardecer. Vestía un conjunto ceremonial moderno: pantalones de cuero negro, una blusa blanca ajustada y una capa gris plateada que reflejaba la luz como si estuviera hecha de escarcha. Su cabello suelto caía en ondas suaves, y sus ojos ámbar, fijos en Jacob, contenían la