—Me gusta cuando me amenazas —replicó con una sonrisa ladeada—. Me hace sentir especial.
Ella puso los ojos en blanco y siguió la senda. River, Callie y Nora la acompañaron, cada uno cargando con sus propios pensamientos, miedos y esperanzas.
Callie y Nora caminaban lado a lado, intercambiando susurros ocasionales, mientras Lyra y River iban al frente, abriendo paso por la senda estrecha entre los árboles. El bosque era denso a la izquierda, un enredo de ramas retorcidas y sombras profundas; a la derecha, a lo lejos, las montañas cortaban el cielo como cuchillas.
—La Luna Sangrienta queda más hacia la izquierda, bien dentro del bosque denso —dijo River, señalando con el mentón—. Intentemos no acercarnos a las montañas, será más lento, pero más seguro.
—De acuerdo, no quiero otra sorpresa de cazadores —respondió Lyra, saltando una raíz gruesa.
Él soltó una risa baja.
—¿Empezaste a confiar en mí? Tenemos un avance…
Ella giró el rostro lentamente, la mirada atravesando la de él.
—No