—Por favor… —su voz salió más débil de lo que quisiera—. River está herido. Lyra también. Necesitamos ayuda, no hay tiempo que perder.
Claus, aún con el cuerpo desnudo y salpicado de barro tras la transformación, cruzó los brazos, implacable.
—Puedes gritar hasta quedarte sin voz, humana. Yo no doy un paso sin la autorización del Beta. Y ya fue llamado. Si dices la verdad, esperarás como cualquier otro.
Nora, encogida detrás de su hermana, susurró:
—Callie… ¿y si no nos creen?
—Tienen que creer —respondió ella con los ojos empañados, mirando fijamente a los lobos enormes alrededor.
Y fue entonces que el suelo pareció temblar con la aproximación de alguien.
De entre el bosque surgió una silueta de pelaje rojizo, con ojos de un ámbar ardiente que chispeaban bajo la luz de la luna. El lobo caminaba con firmeza, sin prisa, pero con una autoridad que hacía que hasta los más grandes se inclinaran cuando pasaba. En pocos segundos, su forma se distorsionó, los huesos crujieron y los múscul