La Carta

Nuestras miradas se estaban rentando, mi secretaria había salido despavorida su escritorio, y las personas que estaban a su alrededor hicieron lo mismo, el piso quedó totalmente solo para nosotras dos, tiene parecíamos dos locos que le prendería el fuego al edificio, estaba cansada de su comportamiento absurdo, me importaba una m***** si recordaba o no.

— ¿Se puede saber de dónde sacaste esto? No me habías dicho que era una fisgona, estoy intentando de llevar la fiesta en paz contigo, pero tú no me la estás poniendo nada fácil, no tienes el derecho de entrar a mi habitación así y menos revisar mis cosas.

— Primero me vas bajando la voz, no estás en el campo de batalla, segundo no soy ninguna fisgona entre a tu habitación porque estaba limpiando la casa y como comprenderás tu habitación forman parte de mi ella, no se trata de ponerla fácil o no estamos casados, y no es porque yo me lo inventé, fue una decisión que tomamos hace daño, qué no recuerdes no es mi asunto, pero me debes respe
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