El amanecer se filtraba por los ventanales de la sala del consejo, proyectando largas sombras sobre la mesa de roble tallado. Lilith observaba el mapa extendido frente a ella, sus dedos trazando las fronteras del territorio mientras los ancianos y líderes de las manadas aliadas esperaban su palabra. A su derecha, Damián permanecía con expresión impenetrable, su presencia imponente llenando el espacio como siempre lo hacía.
—La manada del Norte ha solicitado nuestra protección —anunció Lilith con voz clara—. Propongo establecer un perímetro defensivo en la cordillera y enviar un destacamento de guerreros para entrenar a sus defensores.
Los murmullos de aprobación recorrieron la mesa, pero la voz profunda de Damián los silenció de inmediato.
—Dividir nuestras fuerzas sería un error estratégico —objetó, inclinándose hacia adelante—. Deberíamos traer a la manada del Norte dentro de nuestras fronteras actuales. La dispersión nos debilita.
Lilith sintió la familiar tensión ascender por su c