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CAPÍTULO 7

STEFANO HARRISON

De pie frente a un grupo de pandilleros se debate sobre el próximo encargo de armas. Tore está sentado en el medio fumando un cigarrillo y con la otra mano sostiene una copa de licor.

Últimamente han ocurrido pequeños inconvenientes que tienen nombre y apellido. Hugo Di Santi actual líder de una organización que se dedica al tráfico de diamantes y joyas que cuestan una fortuna. A la edad de 19 años ha construido un imperio colosal, pero al parecer ha intentado inmiscuirse en el tráfico de armas, mal por él, porque se está ganando enemigos como King y otros capos.

–Di Santi envió armamento a Turquía a un precio bajo. El muy hijo de perra solo usa las armas para vender sus malditas joyas. No le interesan, pero les gusta jodernos– Uno de los hombres muestra su arma. Está impaciente por despellejarlo vivo.

No es el único.

–Cuánto fue el monto– El hombre revisa un documento y avienta la carpeta cerca de Salvatore.

–Dos punto cinco millones en armamento vendidos a uno punto cinco– ¿Pero qué? eso es una pérdida por donde se vea.

King observa el informe y frunce el ceño. Está pensando lo mismo que yo.

–Pero el maldit0 vendió más de 15 millones en rubíes, Zafiros y gemas y más mi3rda de joyas. Al maldit0 no le importa perder en armas porque lo recompensa en joyas– King golpea la madera y esta cruje. Todos se ponen de pie esperando su orden.

–Mejoraremos nuestras armas y solo la venderemos a quien pague lo que vale en el mercado. Eliminen a Turquía como posibles socios. Si tanto les gusta lo que les ofrece Di Santi entonces que sea él quien los ayudes cuando se inicie una guerra– Se voltea a observar me.

–Informa de esto a Lewis y al maldit0 de Anton que aunque no nos llevemos, le gustará oírlo– Todos los pandilleros desaparecen de la habitación. Esta noticia se va a correr como la pólvora y no descarto un derramamiento de sangre.

Salvatore estrella el vaso en la pared dejando que este se rompa en mil pedazos. Su mal humor llega hasta el sitio en donde estoy.

–¡Quiero la cabeza de ese hombre en mi mesa!. Cruzársele a un capo solo merece la muerte– Titan se acerca susurrandome algo en el oído. Asiento acercándome a King. Esto no le va a gustar. Las noticias siempre llegan en el momento menos inesperado.

–Necesitamos salir, es urgente– niega llevándose un vaso de licor a los labios.

–No estoy para nadie– Titan intenta hablar pero soy más rápido. Me acerco chocando las manos en el escritorio.

–Blanca fue llevada de emergencia al médico– King se levanta de golpe y solo puedo ver la angustia impregnada en su rostro. Todo rastro de ira se esfuma de su rostro dando paso a la preocupación.

–¿¡Qué le pasó a mi hija!?–

–Aun no lo sabemos, pero fue llevada de emergencia– en cuestión de segundos abordamos las camionetas y soy quien conduce esta vez.

Salvatore llama a su esposa pero esta no contesta. Lee los mensajes que le dejó y suspira fúrico.

Siempre cuando hay reuniones los celulares se apagan. Creo que ahora el precio de su orden le esta pasando facturas.

–¡Contesta mujer!– trato de avanzar rápido.

Esquivo los autos y me salto un par de semáforos en rojo. Adiós a mi historial de conductor ejemplar.

–Tranquilo, ella va a estar bien. Lía se ha enfermado un par de veces– empuña el celular y se lleva las manos a la cabeza. Son su debilidad, y es ahora cuando más pesa el matrimonio por amor.

El padre de Salvatore no amaba a su esposa. No amaba a sus hijos, para él, Tore solo era una persona que continuaría con su legado. Y Abby solo la mujer a la que casaría para ganar más poder. Este mundo es así.

Cuando el auto se detiene Salvatore es el primero en salir. No pregunta solo se dirige a las habitaciones VIP del hospital.

Nos encontramos a Cloe en los pasillos y esta no duda al momento de abrazar a su esposo. Su llanto retumba en el lugar y solo puedo ver como mi amigo intenta calmarla.

–Stef– Abby está cerca y no le importa correr a mis brazos. La mirada de Salvatore no pasa desapercibida.

–¿Qué ocurrió?- pregunta mi amigo.

Su esposa se separa un poco. Su rostro está muy rojo, evidencia de las lagrimas que aun están esparcidas por su pálido rostro.

–No lo se, yo estaba con Bastian en la primera planta. Dejé a Blanca dormir su siesta, pero cuando escuche el grito de Abby me asusté mucho– empieza a llorar abrazando más fuerte a su esposo.

–Blanca estaba ardiendo en fiebre y no se movía. Cloe llamó al médico y vinimos en la ambulancia– Abby se desprende un poco de mis brazos. Sus manos tiemblan.

Dejo un beso en su cabeza intentando calmarla. Imagino lo duro que fue para ella ver a su sobrina en ese estado.

Cloe se sienta en las piernas de su marido y esconde la cabeza en su cuello. Ha llorado desde que llegamos y yo veo a Abby un poco ida. Se encoge cada vez que un enfermero se acerca. Titán y los demás rodean el edificio porque estamos en una zona que implica peligro. Cualquier enemigo puede aprovechar y atacar.

Le dejo un mensaje a Miranda informando sobre la situación. Le prometí a Lía llegar temprano, pero al parecer no podré cumplir esa promesa.

El médico aparece de pronto. Abby no se pone de pie, más bien se recarga mas en mi hombro.

Mientras el médico explica la situación puedo ver como el rostro de mi amigo se descompone. Blanca tendrá que quedarse en observación toda la noche.

Ellos son los primeros en ingresar al lugar donde se encuentra la bebita. Luego de un par de horas Tore da la orden para que Abby y Cloe abandonen el edificio pero su mujer es terca y decide quedarse.

Autorizo la seguridad en cada pasillo. Dejo un mensaje a Renzo para que esté al pendiente, aunque ya no pertenece a nuestra organización, siempre es llamado cuando es necesario, y ahora lo es más, porque su ahijada está en el hospital.

Llevo a Abby a la camioneta, tomo su mano y la acerco a mí cuando una enfermera pasa con un paciente. El olor de su colonia se instala en mis fosas nasales pero trato de ignorarlo. Me pide que nadie más nos acompañe y así lo hago.

–Ella va a estar bien, verdad–sus ojos están un poco vidriosos y veo la preocupación en su mirada.

Palmeo su pierna animándola.

–Lo estará– me dedica una débil sonrisa. El trayecto ocurre en completo silencio.

Cuando pisamos la mansión King soy el primero en bajar.

Abby se sostiene de mis brazos, cuando estoy a punto de cerrar la puerta me toma de la camisa, su rostro es lo que acapara mi atención, me toma completamente desprevenido, y en cuestión de segundos estampa sus labios a los míos.

Mi cuerpo reacciona al calor de su boca y la suavidad de sus labios. Un hormigueo se instala en mis manos, pruebo el sabor dulce de sus labios. Debería detenerla pero el que presione su cintura y escuche un jadeo de su parte manda toda la sangre a mi entrepierna. Jodida mi3rda.

Los segundos se vuelven eternos, pero cuando sus labios abandonan el contacto de mi boca siento que he perdido algo importante y casi necesario.

La confusión tilda mi rostro y solo puedo sujetar sus hombros intentando procesar lo que acaba de pasar. Dejé que me besara, mi3rda.

Observo sus labios hinchados y trago grueso.

–Abby– mi voz es autoritaria pero solo observo la sombra de su rostro. Quita mis manos de su cuerpo y no se si me gusta o no que lo haga. Soy una jodida contradicción en este momento.

–Necesitaba distraerme– es lo único que dice antes de alejarse y dejarme con una maldita erección que tendré que bajar, sólo, con mi mano. Me quedo estático, paralizado y preguntándome qué acaba de pasar. No voy a negar que me siento usado en este momento.

Cuando cierro la puerta me sostengo para no pensar en su boca pecaminosa. ¿Por qué no la detuviste Harrison? ¿Por qué lo continuaste? Porque habría sido imposible.

–Si King se entera, eres hombre muerto– Mis pensamiento son frenados en cuestión de segundos.

Llevo mi mano tras mi espalda para sacar el arma. Un hombre alto y de barba algo pronunciada me detalla. Me relajo al saber de quién se trata.

–Lucas– suspiro expulsado el aire.

El ahora líder de los soldados de King me observa y puedo imaginar lo que está pensado.

–Y al parecer su Hada madrina. Ajusta bien ese pantalón Stefano porque te vas a meter en problemas– frunzo el ceño.

Quiero mandarlo al diablo pero es verdad lo que argumenta. Estoy caminado sobre un campo minado.

–Es la primera vez, no se va a repetir y ella es muy joven para…– se cruza de brazos.

–Para ser joven le metiste la lengua hasta la garganta– se burla y si no estuviera casado le metería un tiro en la cabeza.

Al ver mi expresión se detiene. Suspira.

–Stefano. Es la hermana de nuestro capo y una cosita llena de problemas. Así que no sumes otro problema por que con Titan tenemos suficiente– palmea mi hombro y se retira dejándome solo.

No puede volver a ocurrir, tendré más cuidado para la próxima.

Me subo al auto pero antes de arrancar un mensaje suena. Fastidiado reviso por que puede ser King. Pero lo que ven mis ojos logran poner mis pelos de puntas. El celular se me cae de las manos pero lo tomo otra vez para ver si no estoy alucinando. No.

La imagen de Abby King luciendo una lencería de encaje negro en un espejo enorme. No se puede ver el rostro porque lo tapa con el celular pero es ella. Tiene que ser ella.

Se me hace un nudo en la garganta y salivo al ver como se ve de lado mostrando el trozo de tela que apenas le cubre el cuerpo de porcelana, Esbelta y con una pose que grita follame. El cabello negro lo trae suelto y no pierdo de vista el sostén que está a punto de reventarle por los pechos que.. Jodida mi3rda.

Abajo hay una descripción y la leo.

"Este es uno de los modelos que he creado, tengo en todos los colores pero este es mi favorito. Si sabes como ayudarme mándame un mensaje. Lo agradecería eternamente"

Termina el mensaje con un puto corazón. Es el infierno.

Kjap koo

Aquí tenemos otra actualización de esta historia. Espero los guste. Las leo en los comentarios.

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