STEFANO HARRISON
Mi mano se presiona en el pedazo de carne que ha osado invadir mi propiedad. La oscuridad me impide distinguir su aspecto pero solo tengo una cosa en mente. Es el enemigo.Nadie podría ser tan estúpido para adentrarse en la cueva del lobo y salir intacto. Pero al parecer esta basura lo hizo y tiene que morir, así de fácil.–¿Creíste que podrías matarme mientras dormía?– presiono más fuerte escuchando un suspiro de angustia.Me acerco a su oido.–No eres el primero al que mato por cometer esa estupidez– su mano golpea mi pecho intentando apartarme, tiene una mano pequeña como si fuera el de una mujer. O tal vez lo es, una asesina femenina sería la cereza en el pastel.–¡Quién te envió! Habla antes de que te mate infeliz– sus uñas se clavan en mi pecho. Sí, es una mujer. Mal por ella porque la voy a hacer polvo.Suelto un poco el agarre sin quitar el arma. Necesito un nombre y ella va a dármelo.–Habla– clavo la punta en su sien