ABBY KING
En el momento que envío el mensaje me cubro con las cobijas ocultando la vergüenza. Lo hice. Lo hiciste Abby.
Besé a Stefano y envié la foto que no pude mandarle esta mañana.
Llevo las manos a mi rostro, mis labios se sienten suaves.
La sensación de sus manos aferrándose a mi cintura me hacen sentir un cosquilleo. Uno muy bueno.
Lo tomé desprevenido y con la guardia baja, pero no me detuvo.
Emerjo del montón de tela, tomo el teléfono para ver si hay un mensaje. Nada.
Me siento en la cama, abrazo mis rodillas mientras vuelvo a comprobar que el tacto de Stefano no me produce asco o repulsión. Todo lo contrario. Me da una sensación de calma.
Todo está bien Abby.
Desde hace dos años empecé un hobby el cual consistía en crear ropa femenina. Al principio lo hacía para ayudar a mis amigas que siempre se quejaban de que la ropa de encaje que siempre compraban, o le gustaba el brasier, o el interior. No había un punto medio con ellas.
Desde muy joven creaba la ropa