ABBY KING
Vine a la empresa con un propósito, pero dichos planes fueron derrumbados por una preciosa nena de cabellera rubia.
Lía Harrison, es la niña más dulce que he visto, y a mi no me gustan mucho los niños. A excepción de mis sobrinos que los amo con el alma.
No tienen la culpa de ser hijos de Salvatore.
Volviendo a la princesa de ojos mieles, me sonríe mientras toma mi mano al salir de la empresa, se salió con la suya.
La recuerdo muy bien, estuvo en la boda de Cloe. Jugué con ella. Tenía 3 años en ese entonces. Y como olvidar su vestido que la hacía ver como una princesa de cuento de hadas.
Caminamos por la acera. Ha estado lloviendo estos últimos días. Los tacos que escogí fueron los indicados.
Avanzamos juntos y no dejo de sonreír. Vine para hablar con Stefano pero no intuí encontrarme con su preciosa hija.
–Mi papi es un hombre que trabaja– Lía salta un charco. Mira a su padre que la toma de la mano. Está muy serio logrando que sus facciones se marquen más.
–Cierto