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CAPITULO 9 PT 2

STEFANO HARRISON

–Papi papi, ya viste el vestido que me va a hacer la modista. Es de princesa– Lía revolotea por todos lados.

Corre y luego viene a mi lado para tomar mi mano. El vestido en tono pastel se mueve de un lado a otro.

El lazo en su cabello es en el mismo tono.

Le di la noticia de que la llevaría a la empresa de su tío y no esperó ningún segundo para correr a su habitación. Miranda me dio las gracias antes de ir con ella.

–Lo se cariño. Será el más hermoso del mundo– chilla de emoción.

Subimos el ascensor.

Lia me toma de la mano y me pide que la cargue. Lo hago y juntos entramos a mi oficina.

Rodea mi cuellos con sus bracitos sin dejar de besar mi mejilla. Dice que sus besos son mágicos.

Una vez en mi oficina revolotea por todo el lugar. Se sube en los muebles y salta jugando un juego que no entiendo.

Su mochila rosa reposa en el suelo y empieza a sacar sus colores.

–Te voy hacer un dibujo papi y se lo daré a Tía Cloe para bebé Bastian– asiento. Enciendo mi computadora y reviso algunos lugares donde llegaran los encargos. Reviso las coordenadas y hago un par de llamadas.

Lía continua coloreando. La llevaré a tomar un helado cuando termine.

Mi celular suena, tomo la llamada enseguida.

–Si– se escucha un ruido de fondo. Observo el número, desconocido.

Cuelgo y paso el número al jefe de seguridad.

Que los de sistemas se encarguen.

Cuando el reloj marca las 10 he terminado gran parte de mi trabajo. Salgo a revisar algunas cosas en otros pisos, llevo a Lía conmigo. No voy a dejar a mi hija sola. Regreso y me ocupo de más montañas de documentos que pienso que nunca terminarán.

La vida en la mafia no es diferente de un trabajo normal. El que piense que solo es placer y riqueza está mal de la cabeza.

Mi celular vuelve a sonar. El mismo número.

Vuelvo a abrir la llamada. Me acerco a la ventana pero nuevamente nadie contesta.

–Es mejor que hables de una buena vez– nuevamente el ruido de fondo.

Aparto el aparato pero una voz capta mi atención.

–Stefano, eres tú. Por Dios dime que es así– se vuelve a escuchar ruidos de fondo y esta vez la llamada se corta. Llamo al número pero me sale fuera de servicio.

La voz me resulta conocida pero no logro recordar.

Creo que he trabajado demasiado. Tomo la chaqueta de la silla. Me vendría bien ese helado ahora.

Ve volteo a ver a mi hija.

–Lía, vamos por un helado que sabor te gusta…– observo el lugar en el que estaba pintando. Sus colores están en el piso tirados. No hay rastro de ella. Mi3rda.

–¡Lía!– Abro la puerta del baño solo para darme cuenta de que no está. Un sentimiento amargo me recorre el cuerpo. No, no.

Tomo el celular y llamo a Lucas. No puede estar muy lejos.

¿Como pudo salir sin hacer ruido?

–Qué sucede– abro las puertas de mi oficina con uno y mil pensamientos, un escenario es peor que el otro.

¿Cómo pudo salir sin que me diera cuenta?. Mi bebé.

–Necesito que revises todo el área, Lía ha desapareci..– me detengo en segundos y creo que el alma me vuelve al cuerpo cuando la encuentro tomada de la mano de una mujer. No distingo quién, lo único que veo es a mi hija.

–Lía–corro a su lado y la tomo en mis brazos. Siento que el aire vuelve a mis pulmones.

Aprisiono su cuerpo en un fuerte abrazo. Dios, creí que la perdí por un instante.

–Papi, papi es como una muñeca. Su vestido es precioso– me separo de ella solo para poder intentar entender lo que dice.

–¡No salgas sin mi permiso! Teníamos un trato, Lí– No quisiera regañarla pero no puede darme estos sustos.

Mi celular suena. Lucas, lo había olvidado.

–No hagas nada. Lí está aquí– no responde, solo cuelga.

Imagino su preocupación. Todos conocen a Lia y la han cargado desde que era una bebé recién nacida.

–Estaba pidiendo un sacapuntas a la señora, papi. Me quedé con ella hasta que lo tuviera– Levanto la mirada para encontrarme a la mujer de mis pesadillas. La encarnación del mal, Abby KING.

No noté su presencia.

Se lleva las manos tras la espalda y me sonríe dulcemente. Mi cuerpo reacciona ante ese simple gesto.

Reparo su atuendo y creo que dejo de respirar al verla envuelta en un vestido color pastel de escote V, su piel se ve cremosa y completamente apeteci..

No es un vestido y un tono que ella acostumbra a usar. Parece notarlo, se lleva las manos a la cintura.

–Oh, me queda muy bien, verdad– se da un vuelta, cual princesa y me embriago con el olor de su colonia.

Lía asiente, sus ojos se iluminan al verla.

Mi hija ama a las princesas y ahora Abby se ve como una.

–Cloe me lo prestó hasta que consiguiera algo más de ropa. No es mi estilo pero noto que si tuyo– espeta.

–Gracias– es lo primero que digo.

Mira a mi hija y asiente.

–¿Buscas a Salvatore? Él aún no ha venido a la empresa– su ceño se frunce. Tuerce los ojos.

Es obvio que le tiene cierto resentimiento.

–Antes me pegaría un tiro– carraspeo señalando con la mirada a mi hija.

–Ups– mira a Lía que sonríe.

–Vine por tí, pero veo que estás en una cita con esta preciosa princesita. Así que los dejare solos– se encoge de hombros y no aparta su mirada de Lia. ¿Le gustan los niños?

Deja un beso en su mejilla y cuando se me acerca para hacer lo mismo conmigo volteo el rostro.

No quiero que Lía vea actos no debidos.

Claro, miéntete más Stefano.

No parece molesta o herida.

Abby se voltea despidiéndose una vez más pero es detenida por mi Lí que agarra su mano.

–¿Quieres un helado?– Suspiro.

Lía…

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