Richard Müller
Si alguien me hubiera dicho que enamorarme implicaría cambios drásticos en mi vida, absolutamente nada cambiaría. Aun conociendo todo lo que implicaba, una y otra vez la elegiría a ella.
—¿Piensas que caminar de un lado para otro como un león enjaulado resuelve algo? —escucho decir a Tristán a mis espaldas.
Estaba tan inmerso en mis pensamientos que por poco olvido su presencia en la estancia. Me detengo, pero no lo miro. Mantengo las manos en los bolsillos, como si aferrarme a mí mismo me ayudara a contener el caos interno.
—¿Tienes noticias del traidor? —pregunto, sin rodeos.
Tristán tarda unos segundos en responder. Puedo oír cómo cruza los brazos detrás de mí, como si midiera cada palabra antes de soltarla.
—No aún… pero ya tengo a alguien siguiéndole el rastro —responde con calma contenida—. Se mueve con cuidado, lo cual confirma nuestras sospechas. No es un error, alguien dentro de los nuestros está vendiendo información. Y lo hace bien.
Me giro lentamente para mi