Clara se preguntó si alguna vez podría dejar de sentir miedo.
Si alguna vez podría dejar de recordar.
Si alguna vez podría ser solo Clara y no Isabella.
Pero la respuesta estaba lejos de llegar.
Y Sebastián lo sabía.
Porque el enemigo no era solo externo.
Era su pasado, su culpa, su dolor.
Y hasta que Carlos no fuera detenido… no habría paz.
***
El viento nocturno golpeaba sus rostros mientras avanzaban por la avenida desierta.
Cada paso resonaba, amplificado por el silencio alrededor.
Clara sentía cómo el miedo se convertía en un peso tangible en su pecho, un recordatorio de que el mundo que conocía ya no existía.
Sebastián la mantenía a distancia, pero no desconectado.
Cada movimiento de ella era analizado, cada respiración medida.
Sabía que en cualquier momento algo podía suceder, algo que cambiara todo de nuevo.
—Sebastián… —susurró Clara—. ¿Y si no podemos anticiparlo?
Él se detuvo un segundo y la miró de reojo.
No había reproche, solo decisión.
—Entonces nos adaptamos —dijo—. Y