El aroma a panqueques recién hechos y café invaden las fosas nasales de Soria haciendo despertar de a poco. Con una gran pereza, estira los brazos hacia arriba y soltando un gran bostezo, se desliza de la cama librándose de las sábanas dejando su desnudez a todo esplendor. Se apresura a vestir y guiado por su nariz se dirige hacia la cocina donde encuentra a Tony echando sirope sobre los panqueques rellenos con dulce de leche. El boricua levanta la vista y le sonríe.
—Debías quedarte en la cama —se queja Tony.
—Ya estoy aquí —le sonríe Soria.
—Pero quería llevarte el desayuno a la cama —entona el boricua medio en serio, medio en broma.
—No tenías que hacerlo —Soria se acerca a él y le besa suave en los labios.
—Pero quería hacerlo, Nico —vuelve a protestar.
Soria le sonríe, lo toma de la barbilla y lo besa. Primero un leve toque y luego fue profundizando ese beso. Tony toma la camisa de Soria en sus puños acercándola más. Soria lo arrincona contra la mesada y se besan hasta que sus p