Tratando de calmarse, Noe lo mira con el ceño fruncido sin entender por qué él se separa de ella. Siente como entre ella y Gaby se volvió a formar ese enorme muro. Puede ver que aunque él se haya separado solo dos pasos de ella, hay mucho más espacio entre ellos.
—¿Qué ocurre? —pregunta vacilante.
—Tengo que irme —gruñe pasándose la mano por el pelo.
—¿De qué estás hablando? —murmura Noe desorientada y todavía excitada. Él no contesta, suspira y mira hacia otro lado, no la mira a los ojos, no puede hacerlo, sabe que si lo hace va a ver el deseo de ella en sus claros ojos y él no va a tener el poder para decirle que no—. ¿Qué acaba de pasar? —exige.
—Creo que es obvio, ¿no? —Gaby contesta volviendo a ser el engreído que ella conoce—. Acabas de tener un orgasmo, bastante sublime podría decir.
—De eso no estoy hablando y lo sabes —le acusa ella enfadándose.
—Noe... —él suspira.
—No —le corta ella—. Quiero que me digas lo que en verdad pasa y dejes el papel del estúpido soberbio a un lado