Los cuatro estaban tan absortos en lo que Tony les contaba y explicaba la comida que pensaba preparar para Soria, que no se dio cuenta que había una persona, una mujer, más precisa, esperando ser vista por algunos de ellos. Como eso jamás sucedió, decidió aclararse la garganta para llamar su atención.
—¡Ay, por Dios! Estamos parloteando y olvidamos que estamos en el trabajo —exclama Tony, levantándose rápido.
—Tranquilo boricua —le calma Lina.
—Mejor voy a mi puesto —entona él y abre camino hacia la cocina.
—Yo también —segunda Sole—. ¿Te la dejo? —consulta a Sofi, indicándole a su bebé que sigue durmiendo en el carrito. La chica asiente sonriendo—. Gracias —dicho eso sigue el camino que tomó Tony segundos antes.
— ¿Qué puedo hacer por usted? —pregunta Lina a la mujer que recién había llegado, dejándole espacio a Sofi para que pueda revisar a la bebé que se había movido y quejado en sueño como si se hubiera dado cuenta que su madre se había desplazado a otro sitio.
—Si —asiente la muj