Al llegar, encuentra al chico moviendo sus dedos rápidamente sobre el teclado de la computadora y el ceño muy pronunciado en su frente. Correa la siente llegar y se gira a mirarla, automáticamente al joven se le forma una sonrisa.
—¡Hola, preciosa! —le saluda guiñándole un ojo.
—¿Cómo estas, guapo? —Le da un beso en la mejilla y se acomoda en una silla a su lado.
—Ya sabes, sigo guapo —le muestra un bíceps y Noe se carcajea.
—En esta división, el narcisismo es la fuente de poder.
—Que feo lo que dices —le acusa él sonriendo.
—¿Tienes lo que te encargué? —interroga cambiando de tema para dejar de perder tiempo, todavía tenía que llegar a la casa de Medina y lidiar con él.
—¿Acaso lo dudas? —se hace el ofendido llevando una mano a su pecho—. No puedo creer que no confíes en mí.
—Jamás dudaría de ti —dice, posándole una mano en el hombro.
—En ese caso —se gira y toma una carpeta que tenía guardado en un cajón—: Esto es todo lo que averigüe. Ahí está toda la vida de ese hombre —Noe la tom