Iker cayó de rodillas.
El sonido de los panfletos al tocar el suelo se mezcló con los murmullos de los presentes. No era papel común.
Eran hojas satinadas, impresas a todo color, mostrando una serie de fotos íntimas, explícitas, innegables. Su rostro, el de Belén. Su cama. Su traición.
Todo expuesto frente a una multitud que había sido invitada para celebrar su boda con Asha.
Ahora el escándalo los bañaba como una tormenta de lodo.
Los panfletos seguían cayendo desde lo alto, como una lluvia humillante enviada por el destino.
Algunos invitados comenzaron a recogerlos, otros simplemente los pisoteaban, pero todos miraban con asco y desprecio. Se escucharon voces por todo el salón.
—¡Es la amante! ¡La amante del novio!
—¡Y tuvo el descaro de venir vestida de gala!
—¡Qué mujer más cínica! ¡Esto es asqueroso!
Belén temblaba. Su rostro, normalmente cubierto de maquillaje impecable, ahora estaba rojo hasta las raíces del cabello. Sus labios temblaban.
Tragó saliva, queriendo gritar que no e