Mientras tanto, en la pista…
Dianella bailaba todavía con sus primos, aunque su cuerpo ya empezaba a sentir el cansancio de tantas canciones seguidas.
Se detuvo un momento, cuando uno de los meseros se acercó con una bebida en mano.
—Cortesía del caballero de la barra —dijo el joven, señalando a uno de los amigos de Elen.
Dianella, confiada, tomó el vaso.
—Gracias —respondió sin pensarlo, y bebió.
Era un cóctel dulce, engañoso. Con un sabor afrutado que disimulaba el peligro.
Nada parecía fuera de lugar… al principio.
Pero unos minutos después, algo cambió.
En el baño del lugar…
Dianella empujó la puerta con algo de torpeza.
El ruido del bar parecía lejano, amortiguado, como si estuviera bajo el agua.
Su cuerpo se sentía extraño, pesado y liviano a la vez, como si flotara en una niebla espesa.
Se sujetó del lavabo, respirando con dificultad.
Su visión estaba borrosa.
Las luces parpadeaban. O tal vez era ella quien no podía enfocar.
Todo a su alrededor parecía distorsionado, como una pe