El amanecer sobre la capital apenas insinuaba un cielo gris cuando Emilia dejó el informe preliminar sobre la mesa del hotel. No había dormido. Cada vez que cerraba los ojos veía a Lucas en aquella terraza, los labios de Rafaela rozando los suyos.
Concéntrate, se repitió. La misión primero.
Maike golpeó suavemente la puerta y entró con dos cafés humeantes.
—Necesitas esto —dijo, ofreciéndole uno—. Tenemos reunión con el jefe en veinte minutos.
—Gracias —respondió Emilia, forzando una sonrisa.
Él la estudió con una preocupación que ya no disimulaba.
—Anoche te vi… distinta. ¿Pasó algo?
—Solo cansancio. —Se encogió de hombros—. El caso es más grande de lo que creíamos.
Maike no insistió, pero sus ojos color avellana parecían buscar una rendija en la armadura que ella había levantado.
En la sede central de TecnoInv, la reunión con el equipo de seguridad reveló la magnitud del fraude. Los estafadores habían creado un sistema de cuentas espejo para desviar millones en patentes y prototipos