POV: Helena
El nombre cayó en la penumbra de la sala de estudio como una gota de ácido: Dante Bianchi.
Mi respiración se detuvo. Dante. El hombre al que Franco había encarcelado por traición hace casi una década. El antiguo subalterno de mi padre, el mafioso con derechos de sangre sobre el linaje Moretti, ya que su madre era prima de la Matriarca. El hombre que compartía un pasado turbio con Franco, lleno de lealtades rotas y ambición desmedida.
—¿Cómo es posible? —pregunté, mi voz apenas un susurro. La sorpresa era real. —Franco lo encerró en una prisión de máxima seguridad en el sur de Italia.
El Padre Porphyrios se reclinó en su silla, sus ojos azules fijos en mí.
—Los lazos de sangre siempre encuentran una fisura, Helena. El Dueño, tu padre, no pudo matarlo. Y él es el último de los Bianchi que puede reclamar un derecho sobre las gemelas. La Matriarca lo sacó. Ella lo necesita para el equilibrio.
El equilibrio. La palabra me golpeó con la fuerza de una revelación. La Matriarca no