POV: Helena
El aire me quemaba. Me había puesto un collar invisible, un sistema de alarma que me delataría si intentaba sacar a Elisa de la mansión antes de que él atrapara a su traidor.
Lo miré con todo el desprecio que pude reunir. Pero debajo del desprecio, había una verdad fría y horrible: tenía razón. Si intentaba usar su dinero para huir, él garantizaría que su enemigo me encontrara primero. Era un genio del control y la crueldad.
—Me has atado —dije, mi voz era baja, pero firme. No le daría el gusto de verme gritar.
Franco se reclinó contra la mesa, con los brazos cruzados sobre su pecho ancho. Su expresión era de satisfacción, como la de un jugador que acaba de ganar una apuesta de vida o muerte.
—Siempre estuviste atada a mí, cara mia —replicó. —Solo que ahora, la cuerda es de acero y tiene un temporizador.
Me acerqué al plano, obligándome a concentrarme en las líneas, los ángulos, los números. Era mi único refugio.
—Bien. Ya que soy tu prisionera y tu diseñadora, vamos a tra