Capítulo 53.

Saqué el pequeño saquito de mis pantalones y lo puse frente a ella.

—¿Lo reconoce?

La ancianita entrecerró los ojos y después soltó una risita suave.

—¡Claro que sí! Es el té extravagante que guarda mi Julian para sus invitados especiales. Desde que lo trajo me dice que no puedo tomarlo porque es muy exclusivo… solo para las visitas más importantes.

Me quedé en silencio, procesando la “explicación”. ¿Té… extravagante?

Cam, con su mejor voz femenina, inclinó la cabeza hacia ella.

—Oh, eso suena impresionante. ¿Y… dónde guarda ese té tan especial?

La viejita sonrió como si le hubieran pedido una receta familiar.

—En la cocina, por supuesto. En el estante más alto. Yo no lo alcanzo, por eso nunca he intentado hacer una taza. Pero no me quejo, me basta con el de menta que me trajo ayer… —suspiró con ternura—, mi pequeño es tan generoso.

Cam me miró de reojo, los rizos rubios de su peluca cayendo sobre un rostro que apenas contenía la sonrisa. Yo, en cambio, apreté los la
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