Capítulo 54.
—¿Qué… qué está haciendo? —balbuceé, con los ojos muy abiertos mientras lo veía deslizar la tela de sus hombros.
El vestido cayó como una cascada a sus pies y, por un segundo, me quedé sin aire. Frente a mí no había nada que recordara a un mercader común, mucho menos al disfraz torpe y ridículo con el que había entrado al salón.
El cuerpo de Cam era todo músculos definidos y proporciones impecables, marcado con cicatrices discretas que parecían contar historias de una vida muy distinta a la de un simple comerciante. Mi mente intentó rebelarse, pero mis ojos… bueno, esos no tenían intención alguna de apartarse.
*Eso no es el cuerpo de un mercader*, pensé, mordiendo mi labio inferior sin darme cuenta.
Aunque, para ser justa, jamás le había pedido a un mercader que se quitara la ropa.
Quizá debía iniciar una investigación de campo para comprobarlo.
Cam arqueó una ceja, divertido, como si pudiera leerme el pensamiento.
—¿Todo está bien, princesa? —preguntó con un tono insole