En el baño de la oficina, en el cuarto piso, la mente de Jenny volvió a lo que había pasado al mediodía, cuando había ido al comedor. Era la hora de almorzar y se dirigía hacia la cafetería de la oficina.
De pronto—
—Jen, almorcemos juntos.
Se quedó helada. Era David.
No tenía idea de cómo enfrentarlo en ese momento. Le gustaba, pero él la veía como a una hermana pequeña. Normalmente, Jenny se alegraba cada vez que se cruzaban en la oficina. Pero ahora...
—Oye, ¿por qué te quedas ahí parada? Vamos —insistió David.
—Ah, sí.
‘Aaaaah... ¿debería estar feliz o sentir que esto es una tortura?’
En la cafetería, después de recoger la comida, se sentaron frente a frente en la misma mesa. De repente, alguien apareció y empujó la bandeja de David en tono juguetón.
—Ooooh, David... ¿ustedes dos están saliendo o qué?
Su voz fue demasiado alta para considerarse un susurro. Jenny se sintió de inmediato avergonzada, aunque sabía perfectamente la verdad sobre su relación.
—¿Saliendo? ¿Con Jenny? —Dav