—¿Brown, escuchaste eso? Está intentando engañarme, ¿verdad? —preguntó Damian.
—No, cariño. Así es en realidad —Livia negó con la cabeza. ‘¿Por qué mi esposo es así…?’
—¿Es seguro que estés embarazada tanto tiempo? —Damian apoyó la mano sobre su vientre—. ¿No sería agotador? Solo de imaginarlo me da miedo.
‘Dios mío… ¿de verdad este hombre es el Joven Maestro Damian?’
—Brown, busca todo lo relacionado con el embarazo —ordenó de repente, con la curiosidad devorándolo.
—Cariño, ¿para qué?
Solo de imaginar a Brown escribiendo “embarazo” en el buscador, a Livia le daban ganas de reír y compadecerlo al mismo tiempo.
—Entendido, Joven Maestro —respondió Brown, aunque claramente era una tarea absurda más en su interminable lista de obligaciones dentro del Grupo Alexander.
—En serio, ¿estás segura de que está bien estar embarazada tanto tiempo? —insistió Damian, preocupado, antes de abrazarla con fuerza.
—Cariño, así es. Quedar embarazada y tener un hijo es el sueño de muchas mujeres. No te p