36. Toca la canción que me hará pertenecerte
Indra.
Grite con mis amigas de la emoción en la pequeña isla.
La multitud parecía haberse duplicado en mi sensación pausada de tiempo.
Me sentía tan ligera, ajena a todo lo que me ataba dentro de mi misma.
Era libre y perfecta para ser yo misma.
No tenía idea donde habían acabado mis tacones.
La nueva energía que me embargaba era increíble.
La fiesta digna de la segunda parte de proyecto X estaba saliendo de maravilla.
Valentina había desaparecido en búsqueda del pastel con Juan.
Me importó muy poco. Yo tenía sed, no hambre.
Sentí de pronto tremendos escalofríos en mi espalda baja e involuntariamente regresé la mirada hacia la entrada del gran patio trasero.
Mis ojos hicieron contacto con las esmeraldas de Fausto.
Él guapo hombre estaba parado a los pies del inicio de su alberca con las cejas alzadas y los brazos cruzados.
¿Cuánto tiempo llevaba ahí?
Los músculos de Fausto parecían a punto de reventar su ropa negra, ceñida como una segunda piel.
Lo escanee varias veces, s