46. Memento para la eternidad
Fausto.
Miré las encuestas desde mi laptop. Iván Borojez se posicionaba como el candidato favorito; los aliados empresarios que tenía también apoyaban la causa. Todos los poderosos lo hacían para mantener sus intereses intactos. Y sus lealtades conmigo.
Esa silla iba a ser mía. Para proteger a mis hijos y mis negocios.
La puerta de mi oficina en Ciudad de México fue golpeada fuertemente y luego Victoria entró con un sencillo vestido de manga larga y tenis blancos.
—Fausto, quería saber si podría acompañarte cuando lleguen los niños —me dijo mi hermana menor con una enorme sonrisa y voz tranquila.
—Sí. Sin problema, ahora estoy ocupado —le respondí de la misma manera, regresando la mirada hacia mis cosas importantes.
Antes de que Victoria cerrara la puerta para dejarme, le hablé en voz alta—Recuerda comprarles regalos a los niños y reservar Six Flags para evento privado. Pídele a César los contactos, ya le he dado la orden de ayudarte en lo que necesites—.
Victoria salió hecha una bom