El viaje de los Liaks por los bosques del interior continuó, así como también la búsqueda de Alter. No había momento del día en que Gro abandonara sus pensamientos, así fue hasta que su dolor, amargo, fue cambiando, como cambia todo bajo el sol.
—Es tiempo de que deje de buscarlo —se dijo a sí mismo un día, bajo la atenta mirada de Akal mientras descansaban junto a un arroyo—. Él ya no es un niño y no necesita de mi protección, dejó de ser un niño el día que sus padres fueron asesinados por los guardias de Erok, mucho antes de que nos conociéramos. Desde el primer momento en que lo vi, ese hombrecito se me metió en la cabeza y procuré mantenerlo con vida. No servía para la batalla y Erok lo quería de comida para los leones, pero logré convencer a Mort de que necesitábamos siervos y él podía ser útil en eso, pues sabía cocinar. Siempre hizo maravillas con lo poco que nos daban.
Akal sonrió, recordando aquellos tiempos en que no todo fue malo. Hub0 breves momentos de luz y calidez que