En los días siguientes, Isabel no hacía más que salir acompañada de su abogado. Se les veía muy ocupados, trabajando sin descanso en los asuntos legales y financieros. Mientras tanto, Juliana continuaba visitando a Pedro en el hospital, siempre acompañada de su hijo.
Michael, por su parte, estaba sumergido en su trabajo, pero no lograba dejar de pensar en Isabel. Aquella sensación le incomodaba profundamente, y eso lo irritaba. Nunca antes se había sentido así. Era como una frustración constante. Esa mujer había puesto su mundo patas arriba, como si lo dominara, como si sus pensamientos ya no le pertenecieran.
Le costaba entender cómo una mujer de figura frágil y aire inocente podía hacerle tanto daño. Pasaba noches en vela pensando en ella, deseándola en silencio. Quería besarla, tocarla, tenerla. Jamás imaginó que terminaría sufriendo por alguien que, aparentemente, lo ignoraba por completo.
¿Tendría dueño su corazón?
Carlos aprovechó un momento para preguntarle a Michael por los av