Capítulo 41: Por derecho, todo me pertenece.
Mientras tanto, John sentía que había logrado su cometido. Isabel estaba justo donde él quería: sola, vulnerable, sin nadie que pudiera defenderla.
—Nos casaremos mañana mismo —le dijo, bebiendo un sorbo de whisky, su risa áspera retumbando por toda la habitación—. Te conviene a ti... y sobre todo a mí. La herencia de la familia volverá a las manos que le corresponden. Soy el único Martin que queda con sangre pura. Por derecho, todo me pertenece.
—¡Eso no es cierto! ¡Mi madre está viva, lo sé! —gritó Isabel entre lágrimas, la voz quebrada por la desesperación.
John se acercó a ella, sonriendo con desdén.
—Rafaela ya no está. Eres una ilusa, Isabel. Yo mismo me encargué de ella. Ahora solo quedamos tú y yo... y esta noche será la primera de muchas.
Sin darle tiempo a reaccionar, la tomó con violencia y la arrojó a la cama. Isabel, aún adolorida por los golpes anteriores, apenas podía defenderse. Pero estaba viva, y mientras tuviera un solo aliento, no dejaría que la humillaran sin pele