Siendo más que una pareja (3era. Parte)
El mismo día
New York
Lance
Creo que nadie sabe domar lo que le grita el corazón. Podemos engañarnos diciendo que somos racionales, que controlamos cada impulso… pero la verdad es que somos pura pasión. Algunos logran disimularlo con una fachada fría; otros se esconden detrás de la distancia. Y luego estamos los locos, desenfrenados, como yo… que tarde o temprano cedemos, porque al final el terco del corazón siempre manda.
Supongo que lo hice sin darme cuenta. Dejé escapar en voz alta algo sobre los hijos, sobre ese deseo que ni siquiera sabía que llevaba dentro. Pero Karina tiene esa magia… la de hacerme soñar despierto. Reconozco que me cuesta ir a su ritmo, y para colmo, detesto vivir lo nuestro a escondidas.
Ahí estaba, enredado con su cuerpo, atrapado en un cruce de miradas que me ahogaba más que cualquier abrazo. No hacía falta hablar… pero ella lo hizo. Su voz se coló entre los dos, suave pero cargada de peso.
—Lance, cuando te rompen el corazón cuesta volver a juntar los pedazo