El mismo día
New York
Lance
A este paso voy a enloquecer, porque estuve a punto de perder el control. La tuve entre mis brazos… tan cerca de besarla, de rendirme por completo a lo que provoca en mí. Pero no puedo, Karina es un riesgo que no estoy dispuesto a correr, menos dejar que el terco de mi corazón entre en esta ecuación.
Y si bien, todavía intento despejar mi cabeza, no puedo. Todo me recuerda a ella. Su olor sigue en mi ropa, su voz retumba en mi mente. Me estoy volviendo loco y ese es exactamente el problema. No soy ese tipo de hombre. Yo no busco esto… lo que sea que esté empezando a sentir. Ella es una mujer de compromisos, de promesas, de hogar. Yo no soy eso, ni me interesa una relación formal.
De repente un murmullo me saca de mi ensimismamiento. Son voces en el pasillo. Risas. Movimiento. Entrecierro los ojos con fastidio y avanzo a la puerta. Allí una de las secretarias, Ana, pasa apurada junto a otra.
—Vamos a la sala de conferencias —le dice a su compañera.
¿Dónde es