Unos días después
New York
Lance
Había intentado mantenerme alejado de Karina. No fue fácil. Fingir que nada pasaba, que podía verla todos los días en la oficina sin que se me revolviera algo por dentro, fue un castigo que yo mismo me impuse. Pero era lo correcto… o eso me repetía como mantra cada vez que sus ojos se cruzaban con los míos.
Estaba en mi despacho cuando sentí la vibración del celular sobre la mesa. Miré la pantalla y ahí estaba: Phillip. Sus llamadas no eran casuales.
—Hola, Phillip —contesté, apoyándome con el antebrazo sobre el escritorio—. Disculpa, he estado ocupado.
—Sí, se nota —respondió con ese tono relajado que siempre usa cuando viene con alguna propuesta cuestionable—. Escucha, esta noche salgamos. Tengo unas amigas que se mueren por conocerte. Te paso la dirección. ¿Tipo 21:00 está bien?
Tragué saliva. Dudé un segundo.
—Está bien. Mándamela. Nos vemos allá.
Esa noche, mientras salía del edificio, la vi.
Karina se despedía de unas compañeras con una sonrisa li