La misma noche
New York
Lance
Por más que intenté fabricar el momento ideal en restaurantes románticos, rodeados de velas y música suave, entendí que lo mejor era dejar de buscar la perfección y hablarle con el corazón. Esta noche, por fin, me armé de valor y le hice la pregunta que cambiaría nuestras vidas.
Tengo el corazón desbocado, la boca seca, un nudo en el estómago. El anillo arde en mi mano abierta, esperando ese sí que tanto ansío. Karina me mira con los ojos llenos de lágrimas, el temblor en sus labios me parte en dos.
—Lance… —su voz se quiebra, pero respira hondo y continúa—. No creí que pudiera volver a saltar al precipicio por amor, pero contra toda lógica lo hice. Me costó soltar miedos, cerrar heridas, aprender a confiar en ti. Pero tú… con tu paciencia infinita fuiste tumbando mis inseguridades, desvaneciendo mis dudas. Te colaste en mi corazón y lo hiciste tuyo. Desde entonces apareces en mis sueños, en ese futuro que anhelo junto a ti… te amo, y sí… sí quiero ser tu