Tres meses después
New York
Karina
Los últimos meses han sido un torbellino. Entre las fiestas navideñas, el trabajo en la empresa y la planificación de la boda, siento que no he tenido un solo respiro. Todo parecía sencillo al inicio: una ceremonia íntima, solo nuestras familias… pero la lista de invitados fue creciendo como una bola de nieve. Empresarios, amigos de Martha, compromisos sociales que Lance y yo jamás quisimos. Y como si eso fuera poco, mi futura suegra insistió en invitar a su suegro. Lance se negó de inmediato. Su “no” fue tan rotundo que preferí no insistir, aunque me dolió verlo cerrar esa puerta. La única excepción fue Margaret, su abuela, a quien adora.
Ahora faltan apenas unos días para San Valentín y, aunque debería estar feliz, mi cuerpo no me acompaña. Me siento agotada, con náuseas, mareos y una palidez que ni el maquillaje logra disimular. Me repito que debe ser estrés por la boda… pero en el fondo no estoy tan segura.
Cierro la laptop con un suspiro, guardo